La radio chilena a través de los años.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Radio del año 1950.

El comienzo

La primera transmisión radial en Chile data del 19 de agosto de 1922 y fue posible gracias a la iniciativa de los profesores Enrique Sazié y Arturo Salazar, ambos ingenieros de la Universidadla Casa Central de la Universidad de Chile, hasta un receptor instalado en el hall del Diario El Mercurio. La transmisión fue simple y breve, y en ella se plasmaron todos los componentes de la primera etapa de la radiofonía chilena: música grabada, música en directo, noticias y comentarios políticos. de Chile. Ésta se realizó desde un transmisor montado en

Sin embargo, a este experimento le siguió un segundo paso: el que dio Federico Helfmann, quien se dedicó a vender receptores de radio. Para hacerlo era necesario contar con una emisora que realizara programas diarios. Se construyó un pequeño y rudimentario transmisor con una potencia de cinco vatios, el cual -se pensó- serviría para las demostraciones.

Esta experiencia piloto motivó la formación de empresas radioemisoras desde 1923 y generó la necesidad de disponibilidad masiva, y consiguiente importación de receptores radiales. Es así como el 26 de marzo de 1923 nació la primera radioemisora nacional: Radio Chilena.

Un hito que marcó a esta emisora, fue la transmisión desde sus dependencias del mensaje presidencial de Arturo Alessandri Palma. Fue la primera vez que un mandatario se podía dirigir a todo el país por radio. Diez años más tarde, haría lo mismo pero llegaría a toda Latinoamérica.


Tomando forma

Ya en 1923, en Santiago existían doscientos receptores. En la inauguración de Radio Chilena hubo música, un discurso, artistas y Alfredo Figueroa Arrieta, el primer locutor en Chile. La emisión comenzaba a las 9 de la mañana con la lectura de las noticias de los diarios. La relojería suiza de Carlos Fath y la Botica Francia, fueron los dos primeros avisadores de la radiodifusión chilena. Como Alfredo Figueroa no podía estar todos los días y a todas horas junto al micrófono, hubo que probar nuevas voces. Así fueron contratados Juan Esteban Iriarte y Ricardo Cano Ichaútegui.

En 1924 aparecieron Radio El Mercurio y Radio Cerro Alegre, de Valparaíso. En esta última, participó activamente otro de los pioneros de la radiodifusión chilena y del cine sonoro: Ricardo Vivado Orsini. En Radio El Mercurio, por su parte, surgió un locutor que marcó una época: Jorge Echegoyen, a quien se debe la incorporación del programa-concurso con la participación de los oyentes. También en esta emisora surgió la primera audición deportiva, que fue creada y dirigida por el periodista y humorista Carlos Cariola.

En lo político, las radios tampoco se quedaron al margen. El general Carlos Ibáñez del Campo, considerando que la información de la Radio Diario Ilustrado le era adversa, introdujo la censura. En 1932, nacieron dos emisoras que marcaron una época. Una fue Radio Universo, la que emitió el primer radioteatro: La Enemiga, de Darío Nicodemi.

En el ámbito cultural, podemos señalar que el 7 de abril de 1937 se inauguró en la Universidad Federico Santa María la radio del mismo nombre, que con el tiempo se convirtió en la emisora universitaria veterana de América Latina.

Hacia mediados del siglo XX Chile contaba con más de 100 radios, todas transmitidas en Amplitud Modulada. Al mismo tiempo, los aparatos radiales se transformaron en uno de los principales aparatos electrodomésticos del hogar. La música, a través de la radio, ocupaba así un destacado lugar en la vida social de Chile.

Desde la década de 1950, debido a los adelantos en los soportes discográficos tanto en términos materiales como tecnológicos, y a la fortaleza de las industrias discográficas en el mercado, las radios se transformaron paulatinamente en “radios tocadiscos”: la música emitida no era interpretada en vivo, sino grabada. Las figuras consulares de este fenómeno fueron los discjockey. El sonido en directo dejó su lugar al sonido envasado.


Nuevas formas

En la década de 1960 la radio tuvo que afrontar, con la masificación de la televisión, su primer y más grande desafío. Muchos anunciaron entonces el ocaso definitivo de este medio. Por el contrario, la radio mostró una capacidad de respuesta insospechada. Aprovechó inteligentemente las posibilidades que deparaba la tecnología del transistor, amplió sus emisiones en frecuencia modulada (FM), reorientó y segmentó su programación, aprovechó las demandas no cubiertas por la televisión y, por último evitó entrar en abierta colisión con ella, optando por una estrategia de sutil complementación.

La frecuencua modulada monopolizó la transmisión de música principalmente desde la década de 1970, y determinó las estaciones segmentadas, tanto en términos de géneros musicales como en términos generacionales. La Amplitud Modulada, por su parte, preservó a través de sus estaciones los programas de información y de diálogo con el auditorio, pero con el paso del tiempo quedó renegada y hoy se encuentra solamente con el 15% de campo radial.

Sin embargo, los radioteatros han enmudecido, los grandes auditorios han desaparecido, no existen las emisiones de espectáculos en directo ("La Bandita de Firulete", tras treinta años de permanencia en Radio Portales, terminó por sucumbir). Ellos han dado paso a la radio interactiva, en constante comunicación con los oyentes, por medio del correo en un principio, luego dieron paso a los llamados telefónicos, para que hoy en día sean los correos electrónicos el principal medio de interacción radio-audiencia.

En resumen, la radio chilena, tras el impacto que causó la aparición y masificación de la TV, se tuvo que reestructurar para permanecer, acercando nuevas tecnologías a la implementación de las transmisiones y relación con la audiencia. La idea es no perder la magia de la sonoridad. Al contrario de lo que muchos creen, la radio sigue siendo hoy uno de los más importantes medios de comunicación de masas. Su vigencia a lo largo del tiempo, la han transformado en una de las variables más importantes del acontecer cultural de los últimos ochenta años.

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